martes, 23 de junio de 2009

Ovnis, la invasión que nunca llegó

El verano de 1947 fue el punto de partida de las historias relativas a extraños objetos voladores que surcan los cielos de nuestro planeta. Todo comenzó el 24 de junio de ese año cuando Kenneth Arnold pudo divisar, desde su avioneta cerca del Monte Rainier (Washington) lo que, según recogerían algunos medios de la época, era descrito como una flotilla de platillos volantes.
Desde entonces, la historia de los ovnis se ha comportado como una gran bola de nieve, llegando a adquirir dimensiones insospechadas.
Esta ha sido la excusa para asistir a la charla impartida por Ricardo Campo, licenciado en Filosofía y miembro de la Fundación Anomalía, en el transcurso de las jornadas «Ciencia y Pseudociencias» que están teniendo lugar en la Universidad de La Laguna.
El título de la ponencia era muy elocuente: «Ovnis. La invasión que nunca llegó». Campo dio un repaso a lo que han dado de sí más de 60 años de ufología, la disciplina que estudia el fenómeno de los ovnis. A pesar de que las posibles visitas extraterrestres conforman un mito eminentemente moderno, las reflexiones sobre la existencia de otros mundos ya ocupaban el pensamiento de los antiguos.
«La creencia en otras humanidades o en otros seres conscientes no terrestres en tan antigua como nuestra civilización grecolatina. Desde los pluralistas y unicistas de la antigüedad hasta los más optimistas científicos actuales, pasando por los autores de ciencia popularizada del siglo XIX» señala el investigador.
Sin embargo, es en la década de los 50 del siglo pasado cuando lo extraterrestre se manifiesta de una manera inesperada. Campo apunta las claves de esta eclosión: «El mito de los ovnis empieza a gestarse a mediados del siglo XX, cuando la especulación sobre la existencia de vida extraterrestre estaba perdiendo fuelle. En ese momento son otros los ingredientes que entran en juego para alimentar el mito: la guerra fría, la exploración espacial, el desarrollo de armamento teledirigido, el miedo a la invasión por parte de potencias enemigas, etcétera».

La galaxia

Más recientemente, en la década de los 90, las historias sobre naves venidas de otros planetas se renovarían, tras el hallazgo de los primeros planetas solares y del descubrimiento de los organismos extremófilos (ciertas bacterias que pueden vivir en condiciones extremas de temperatura, falta de luz y oxígeno)sugerirían que la vida es posible en otros lugares de nuestra galaxia).
Pero, ¿qué pruebas tenemos de esas visitas extraterrestres a día de hoy? Más bien ninguna, según el investigador de la Universidad de La Laguna. La ufología se ha construido, en gran medida, encima de un montón de relatos y de informes relativos a observaciones anómalas, pero no hay ni una prueba determinante del origen sobrenatural de éstas.
A la hora de elaborar el mito convergen diversos factores como la sobrevaloración del testimonio humano, algo que está sumamente demostrado que es altamente falible, y el hecho de que «el hombre de la calle puede confundir y malinterpretar estímulos luminosos no identificados con fenómenos extraños a los que psicológicamente se dota de características que carecen». Para Campo, las causas más comunes de confusión son los estímulos astronómicos (planetas, estrellas y meteoroides) y las de origen tecnológico (aviones, globos sonda, reentrada de chatarra espacial, etcétera).

El papel del séptimo arte

Hay que añadir, sin duda, el papel que ha tenido en este asunto el cine y la literatura. «Han jugado un papel importante, pero en ambas direcciones: de los ovnis hacia el cine y de ésta hacia aquéllos. La invasión alienígena de Herbert H. Wells y su representación radiofónica por Orson Welles, en 1938, probó que la creencia en visitantes extraterrestres estaba latente en la sociedad estadounidense mucho antes del avistamiento de Kenneth Arnold en 1947».
Por otro lado, la aventura del contactado Adamski es un calco de «Ultimátum a la Tierra».
Como apunte, el gobierno británico en su reciente proceso de desclasificación de documentos ovni consideraba que el año 1977 sufrió un pico en lo que se refiere al número de avistamientos, y es que ese mismo año se estrenaba «Encuentros en la Tercera Fase», una película que influiría definitivamente en la visión que tendría el ciudadano de a pie de los ovnis y sus tripulantes.
En cualquier caso, las luces en el cielo, los aterrizajes de platillos volantes, las visitas nocturnas de sus tripulantes o las abducciones conforman un rico material que merece la pena ser analizado a la búsqueda, según Campo, «de lo que pueda decir de sus creadores: nosotros mismos».

Se reunieron en Paraná los que miran al cielo buscando ovnis

Vos creés en los ovnis?, preguntó el fotógrafo al cronista, quien no supo qué responder. La nota sonaba extraña casi desde el título: un congreso de especialistas y de investigadores sobre el fenómeno de los Objetos Voladores No Indentificados (OVNI) se iba a reunir en Paraná para pedir al Gobierno Nacional que desclasifique todos los archivos secretos sobre el tema.“Yo vi un ovni cuando era chico”, aseguró el remisero que trasladaba a los dos trabajadores de esta Hoja hacia el Centro Cultural Juan L. Ortiz, donde se reunieron el sábado, aficionados e investigadores de este tema, provenientes de varios puntos del país.“Te juro –continuó- eran como platos de metal que flotaban en el cielo. Nosotros íbamos por una ruta cerca de Córdoba y después pasaron en vuelo rasante y a gran velocidad. Los vio todo el mundo”.Según el chofer, su papá intentó algunas explicaciones racionales sobre el suceso, pero no hubo muchos razonamientos posibles que definieran lo extrañamente sucedido.“Una vez con mi hermano, hicimos unos círculos con una pala en el piso y quemamos el pasto con kerosén. Después, llamamos a mi otro hermano más chico y le hicimos creer que había bajado un ovni. Al rato, vinieron los vecinos a ver las huellas”, se rió el fotógrafo con su anécdota. Tal vez, la charla que se dio en el viaje sea una síntesis de las opiniones sobre el tema: desde el escepticismo hasta la certeza, pasando por algunas experiencias poco serias.
Sin embargo, los que se dedican con pasión al tema de develar el misterio de estos objetos sostienen que no se trata “de creer o no creer”, ya que “no es una cuestión de fe”, sino una ciencia en la que se investiga, se recopila información y se sacan conclusiones.
PEDIDO. Una hora antes de que comenzaran las Segundas Jornadas de Difusión sobre la Desclasificación de los Expedientes Ovni en la Argentina, los organizadores convocaron a la prensa para difundir sus objetivos. Son los integrantes de Cefora (Comisión de Estudios Fenómeno Ovni República Argentina) que pretenden “la desclasificación de los expedientes ovnis que cualquier organismo oficial del país posea, como Fuerzas Armadas, universidades, organizaciones científicas, nacionales, provinciales o municipales”.Se refieren a documentos que registran la visualización de objetos voladores extraños.“Sabemos que en la Fuerza Aérea hay una oficina que se dedica a juntar ese material. Hay casos emblemáticos en la Argentina, por ejemplo hubo un objeto que cayó en Salta y luego vino una comisión de Estados Unidos y se llevó lo que se encontró. También, acá en Rosario del Tala hubo un incidente en el que se vieron luces y también participó la Policía.
Estamos pidiendo que se dé a conocer todo eso para que se quite el misterioso que rodea todo esto”, manifestó a EL DIARIO Raúl Avellaneda, integrante paranaense de Cefora. Según esta comisión, las fuerzas de seguridad han registrado numerosos testimonios de avistamiento de este tipo de fenómenos pero que se mantienen en secreto.Esta información, “debería darse a conocer a toda la población, es un derecho. En los países en los que se ha dado la desclasificación ha permitido que la gente entienda mejor de qué se trata todo esto, para que esto se desmitifique y se haga oficial”.Cuando se les pidió que definan este tipo de fenómenos, Oscar Mendoza, expresó: “Es todo lo extraño, no identificable, que no puede ser identificado con un avión ni nada parecido”.

VIDEO

Además, presentaron un video que se grabó el mes pasado en Vicente López (provincia de Buenos Aires) en el que se veía el vuelo de un objeto anaranjado. “La persona que lo filmó es una de nuestras investigadoras. También, otro investigador hace un análisis sobre este material y dice de qué se trata”, señaló Avellaneda.Precisamente, EL DIARIO le preguntó de qué se trata, a lo que contestó: “Nosotros siempre hablamos de lo que no es. Descartamos toda nave conocida o un avión fuera de foco. Es un cuerpo físico que tiene calor. Lisa y llanamente es un ovni, no identificado, no necesariamente estamos hablando de una nave extraterrestre. Puede ser como no, no lo afirmamos ni lo descartamos.
Sí sabemos que no es nada conocido”.Pero, ¿cómo surge el interés de esta gente por estas cuestiones un poco extrañas?“En el caso mío, cuando tenía 20 años lo vi en San José del Rincón, en Santa Fe, en 1963 a las 21.30. Nadie me lo contó y puedo afirmar que efectivamente existen. Era una esfera de más o menos 10 metros de diámetro, roja con luces, apareció por arriba de una isla, iluminó todo de rojo, en el medio tenía como una corona de luces que encendían y apagaban y también giraban.
En absoluto silencio se mostró, se detuvo y se volvió con la misma suavidad. Pensé que era un planeta que se me venía encima. A partir de entonces, empecé a juntar todo el material que pude”, contó Mendoza.Por su parte, el caso de Avellaneda fue diferente porque empezó a investigar mucho antes de ver un ovni. “Arranqué con la astronomía y al tener conocimiento de eso me llevó a darme cuenta de que las posibilidades de vida extraterrestre son infinitas, sean más o menos desarrolladas que la nuestra. Pasé 15 años sin ver absolutamente nada, después de ese tiempo tuve mi primera experiencia en el Cerro Uritorco y luego en Victoria”, confirmó.Dos piezas de VictoriaA la entrada de la sala donde se proyectó el video informativo había una mesa con los folletos que promocionaban la recolección de firmas del petitorio para la presidente Cristina Fernández para conseguir “la inmediata desclasificación de toda información vinculada al fenómeno ovni”.También, una gran esfera de hierro y un trozo de tela de metal de aspecto extraño. Son dos piezas que Silvia Pérez Simondini trajo de Victoria e integran su Museo del Ovni.“No se sabe la procedencia de estos objetos”, señaló enigmática Pérez Simondini, pero eso no le impidió dar algunos datos inquietantes.
“En el video que traje, estoy con el cosmonauta ruso Alexander Balankin en un congreso. Y él dice que no reconoce el material de la tela ni la esfera. Dijo que las naves rusas tienen esferas pero de ninguna manera son como ésta”, recalcó.Según dijo, el extraño objeto fue encontrado en un campo de Casilda en los años 90. “Ya son más de 200 las que se encuentran en muchos países del mundo. Pero lo más interesante es que ya en algunas pinturas del Renacimiento también aparecen”, aseveró.Con respecto a la tela, indicó: “Es el resto de un ovni que explotó en Rincón del Doll en el 91. Tiene una cualidad ya que según como le dé el reflejo de la luz se vuelve traslúcido a pesar de la dureza del metal.
Tiene varios elementos en su aleación lo más importante es el cilicio y titanio y casi nada de carbono”.A ella también se le requirió que cuente sobre su iniciación: “Tuve una experiencia muy fuerte en Caleta Olivia, Santa Cruz, en el año 1968 y eso provocó que me dedicara a esto. Vi una nave de la que se desprendieron cinco platillos encima de mi casa. Para mí fue un motivo más que suficiente para dedicarme a esta investigación. Hace 19 años me radiqué en Victoria por eso, por la cantidad de avistamientos y experiencias que existen”.